viernes, 30 de marzo de 2012

Un laberinto llamado Alcaldía de Managua



Hacer gestiones en la Alcaldía de Managua es como entrar al Laberinto del Minotauro o tratar de encontrar el Castillo de Kafka, así mismo le sucede a mucha gente que a diario llega a dicha institución dizque descentralizada devenida en desnaturalizada.

Pedir una constancia de solvencia, pagar tus impuestos municipales, matricular un negocio pequeño, permisos ambientales,  permisos de construcción y hasta inscribir un matrimonio o un divorcio, son cosas sencillas, son servicios que con una base de datos actualizada deberían de ser expeditos, sin embargo, en la Alcaldía hacer uno de estos trámites es como tratar de filmar la secuencia de Matrix, incluso pagar una multa se hace misión imposible.


Para comenzar, llegas temprano, según vos para acabar pronto y que no te jalen la chaqueta en el trabajo por llegar tarde. Pero no alcanzás a sospechar de cuán distinta es la realidad cuando vas a uno de estos lugares. En las siguientes 5 horas ahí, sentirás que vives en un universo paralelo, en una dimensión desconocida, y que tu tiempo y tu atención se lo disputarán la burocracia y tus responsabilidades matutinas con el trabajo, con tu pareja, con tu familia y con tus amigos, y al final creerás que fue una especie de prueba a tu paciencia y cómo extrañarás aquellos viejos zapatos cómodos que no te chiman.

Cuando llegas a la institución, preguntas dónde queda la oficina pertinente y alguien te da una "referencia" y te dice: - pregunte en esa oficina, y te señala una puerta azul. Giras y te das cuenta de que todas las puertas son color azul y que además todos los edificios del mismo color y estructura, vas a la primera puerta y te dicen que preguntes en las siguientes dos puertas, y así sucesivamente, hasta que sientes que  tienes cara de balón de Basquet y que ellos tienen complejo de jugadores y entre tantas puertas te encuentras con una aparentemente  "inhabilitada", o sea, es la puerta que usa algún jefe para escaparse al motel en horas de trabajo, pero después de treinta minutos consigues la oficina "correcta" y pensás: ahora sí, solo pago y me voy. Pero el suplicio apenas empieza.

  Una vez dentro, hay como 10 personas que como vos están esperando resolver sus problemas o intentando cumplir sus obligaciones municipales, la recepcionista no para de hablar por teléfono y a quien se le acerca para preguntar, lo mira y le retuerce los ojos (y eso si se digna a mirarlo). La angustia empieza a surgir y el nivel de paciencia empieza a descender.

De ahí en adelante, tu trámite se vuelve engorroso, fastidioso y confuso, terminas llenando formularios incomprensibles, hablando con directores, secretarias, asistentes y "compañeros" a cual más patético, corriendo de una ventanilla a otra, haciendo filas inacabables solo para que te den una “información” (la cual tenés que llevar a la siguiente ventanilla, donde también hay otra larga fila), esquivando gestores y tramposos y cuando finalmente llegas a la ventanilla de pago, resulta que hay una autorización que no te firmaron o una fotocopia que no andas.


A esas alturas tu paciencia ya se fue a tus pies, tu estómago ruge como un tigre, tus pies proclaman huelga, tus ojos vidriosos de la impotencia, tu garganta reseca y tu lengua queriendo espetar alguna retahíla del Oriental, tienes calor y sientes desfallecer. Ves tu reloj y ya es medio día. Etapas casi superadas. Pagos casi efectuados. Sólo falta una cosa más: te dicen "véngase mañana"


Y para terminar este pequeño blog personal, les dejo un video sobre la burocracia del genial cantinflas. ni más ni menos. 

"Toda revolución se evapora y deja atrás sólo el limo de una nueva burocracia."
Franz Kafka