No quiero
ser una enciclopedia andante.
Quiero
poder sorprenderme de algunas cosas, preguntar qué significa tal palabra o tal
expresión, preguntar porqué las personas actúan de tal o cual manera. No tener
que asumir que lo sé todo. Aceptar que hay cosas que desconozco. No quiero ser la inteligente, erudita o intelectual por miedo a que me tachen de ignorante o tonta. Es mejor preguntar y dejar de ser ignorante y ser un completo ignorante que pretende ser inteligente. Como dijo un
genio por ahí: todos somos ignorantes, lo que pasa es no todos ignoramos las
mismas cosas.
No quiero
ser un súper cuerpo
Quiero
poder verme al espejo y gustarme aún siendo de baja estatura, con rollitos en
la barriga, sin el vientre super plano de las modelos en las revistas, sin maquillaje que me
sobresalte los ojos verdes, sin lipstick que me abulte los labios, sin rubores
que me marquen los pómulos que definitivamente no tengo. Quiero ser la mujer pequeña, pero
proporcionada con un cuerpo completo y sano.
No quiero
ser la elegancia en persona.
Quiero
vestirme con lo que me siento cómoda, sin tener que preocuparme de los tacones
altos, maquillaje o ropa de marca. La sencillez es la reina de todas las
elegancias, no es el perfume, ni la marca, ni el maquillaje, ni las joyas. Menos es más.
No quiero
estar casada para tener un estatus.
Quiero
saborear cada momento de mi soltería sin tener que preocuparme de que va
llegando el día o el tiempo en que deba casarme, formar una familia y así
cumplir con el ciclo de una mujer. Y después del dichoso ciclo que
hay?
No quiero
cumplir con el “llamado de la naturaleza”, soy sorda a ese llamado, y entiendo
perfectamente que dicha llamada no es realmente de la naturaleza, sino de la
sociedad solapada en la que vivimos. Quiero ser obediente con MI naturaleza.
No quiero
ser la mujer exitosa que todo el mundo espera que sea.
Quiero ser
esa mujer que apartó las espinas y las piedras para hacerse el camino hacia sí
misma. Eso es más importante que cumplir con los estándares de los demás. Tengo
estándares altos y los pienso alcanzar todos en esta vida. No en la otra.
No quiero
un príncipe azul
No quiero
un buen hombre, lo que quiero es un hombre, uno que me respete como persona,
como mujer. Que pueda entender que no seré una esposa fiel y devota, seré la
amante y la amiga, que un día cocinaré una comida hecha con mucho amor para
ambos, pero que otro día no podré hacerlo porque llegaré cansada. Que no por
ser “la mujer” TENGO que ser yo la que deba cocinar siempre. No quiero un
pinche príncipe azul, no quisiera jamás conocer uno, un príncipe? Qué me puede
ofrecer un príncipe, más que una vida llena de sumisiones!
Quiero vivir
no aspirar a vivir, sea que me lastime o que salga traicionada, me tumben o me
canse, quiero vivir, levantarme si me caigo, luchar hasta el final aunque no
logre el primer lugar, insistir, persistir, defenderme, y sobre todo, aprender
y comprender que a veces retirarse o parar no significa que abandonas, sino que
tomas aire para emprender nuevamente la lucha cada día. No se gana siendo un
simple testigo, no se gana apartándose del camino por creer que todo está
perdido, se gana la guerra librando todas y cada una de las batallas que te
toquen, y poder decir al final: “venga ¡ que aquí te espero con ansias ¡